(En la foto: Axel Kaiser, economista vulgar)
Lo “vulgar” según Marx y Engels en sus obras: economía, filosofía, política y crítica de la ideología
La palabra “vulgar” y sus derivados —vulgaridad, vulgarización, vulgarismo— aparecen con notable frecuencia en los escritos de Karl Marx y Friedrich Engels. Sin embargo, no se trata de un mero adjetivo despectivo usado para insultar o desacreditar sin más, sino que tiene un sentido teórico y crítico muy concreto. A lo largo de su extensa obra, ambos autores emplean la noción de “vulgar” para calificar fenómenos tan diversos como:
- La economía política apologética posterior a la escuela clásica (a la que llaman “economía vulgar”).
- Las corrientes filosóficas superficiales, denominadas “materialismo vulgar” o “vulgar-idealismo”.
- Las expresiones políticas y democráticas que se quedan en la superficie de los fenómenos, sin llegar a la raíz de las contradicciones (la “democracia vulgar” o el “vulgar liberalismo”).
- Las apariencias ideológicas que los agentes de la producción capitalista toman por realidades absolutas (“vulgares opiniones”, “concepciones ilusorias”, etc.).
Este artículo ofrece un panorama general de cómo Marx y Engels usan el término “vulgar” para desnudar la superficialidad con que ciertos autores, políticos e ideólogos contemplan las relaciones sociales y económicas. También muestra la dimensión polémica de este concepto: al calificar de “vulgar” determinada teoría o práctica, Marx y Engels subrayan que bajo esa fachada se oculta una apología acrítica de lo existente o una falsa apariencia de radicalidad.
1. El contexto general: la crítica marxiana a la superficialidad y la apariencia
1.1. “Vulgar” como lo inmediatamente aparente
Marx y Engels sostienen que, en el modo de producción capitalista, las relaciones sociales aparecen de forma invertida y enredada. Las categorías esenciales —valor, plusvalía, capital, trabajo asalariado— no se muestran directamente. Por ello, el análisis científico requiere desentrañar el carácter interno y contradictorio de la producción. No basta con la mirada que se limita a la superficie de los hechos, la cual toma por natural lo que es, en realidad, resultado de relaciones históricas y sociales.
En este marco, califican de “vulgar” todo enfoque que:
- Se limite a describir las apariencias inmediatas (los precios, el intercambio, la competencia, etc.) sin investigar su forma interna.
- Convierta estas apariencias en dogmas absolutos y justifique con ellas el orden existente, en lugar de ponerlo en cuestión.
De ahí que, de manera insistente, Marx y Engels contrasten la crítica científica y la economía política crítica (o “clásica”, en su fase más progresiva) con la “economía vulgar” o la “visión vulgar” de la realidad.
1.2. Orígenes del término y su campo semántico
El vocablo “vulgar” aparece con matices algo distintos en la tradición europea previa a Marx y Engels, pero ellos recogen y agudizan su matiz polémico. “Vulgar” alude a lo excesivamente simple, banal o superficial. En las citas de sus obras vemos que lo usan también para indicar la degradación o envilecimiento de algo que en su origen podría haber tenido más profundidad. Por ejemplo:
- Un filósofo que retoma ideas clásicas pero las reduce a un moralismo simple, sin el rigor del original, es un “vulgarizador”.
- Un economista que disfraza las contradicciones capitalistas con argumentos triviales o confundiendo las causas con las apariencias, es un “vulgar” o practicante de “economía vulgar”.
- Un político que repite eslóganes democráticos pero no cuestiona de raíz las estructuras de poder, es un “vulgar demócrata”.
2. La “economía vulgar”: degeneración de la economía política
2.1. De la economía “clásica” a la “vulgar”
Uno de los ámbitos en que Marx usa más intensamente el término “vulgar” es la historia de la economía política burguesa. En El Capital (particularmente en el Tomo I y, de modo extenso, en los manuscritos preparatorios Teorías sobre la plusvalía), Marx describe cómo la economía política “clásica” (William Petty, los fisiócratas, Adam Smith y sobre todo David Ricardo) logra, en distintos grados, desvelar la ley del valor-trabajo y la plusvalía. Sin embargo, conforme las contradicciones de la sociedad capitalista se intensifican y la lucha de clases se agudiza, la burguesía pasa a demandar una ciencia apologética de sus intereses:
“En proporción con el avance de la contradicción interna de la producción burguesa, se desarrolla la economía vulgar que se contenta con la apariencia y se limita a reproducir, de modo doctrinario, las concepciones que los agentes de la producción burguesa tienen sobre su propio mundo.” (Teorías sobre la plusvalía)
Entre los ejemplos más citados por Marx y Engels se encuentran Jean-Baptiste Say, Frédéric Bastiat y N. W. Senior, quienes reducen la teoría del valor-trabajo a consideraciones sobre “servicios” o “utilidad marginal”, evitan hablar de la explotación del trabajo asalariado y santifican la propiedad del capital como fuente autónoma de riqueza.
2.2. Características de la economía vulgar
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Abandono del análisis de la plusvalía: frente a la economía política clásica, que por lo menos intenta explicar la ley del valor y la génesis de la renta y la ganancia, la economía vulgar se refugia en explicaciones tautológicas (por ejemplo, decir que el capital se remunera porque aporta “productividad”, sin explicar de dónde proviene el plusvalor real).
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Fetichización de los fenómenos superficiales: los “vulgares” toman el interés por “la remuneración natural del capital”, o el salario por “el precio natural del trabajo”, y se ahorran todo análisis crítico. Confunden, dice Marx, formas fenoménicas (la competencia, la oferta y la demanda) con leyes inmutables.
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Justificación acrítica del orden burgués: en sus escritos, Marx y Engels muestran que, cuando la investigación teórica se acerca al núcleo de la contradicción —el trabajo no pagado—, la economía vulgar recurre a argumentos moralistas o simples lugares comunes (“el capitalista se arriesga y por eso gana”, “el obrero vende libremente su trabajo”, etc.).
Este estancamiento es tan pronunciado que Engels, en algunas cartas, se refiere a los economistas vulgares como “charlatanes” o “estafadores teóricos”, que “convierten la ciencia en una apología hipócrita del capitalismo”.
3. La “democracia vulgar” y el liberalismo superficial
3.1. Orígenes y descripción
“Vulgaridad” no se limita a la esfera económica: en las polémicas políticas, Marx y Engels usan expresiones como “vulgar democracia”, “vulgares demócratas” o “vulgares liberales”. Con ello aluden a quienes reducen la cuestión de la libertad a derechos formales o consignas sentimentales, sin atender a la base material ni a la lucha de clases.
- Marx critica, por ejemplo, al periódico liberal Kölnische Zeitung, tachándolo de “la más vulgar de las artimañas” al disimular los intereses de la burguesía tras un velo de neutralidad constitucional.
- Engels califica de “vulgar demócratas” a ciertos dirigentes exiliados de 1848 que, tras el fracaso de la revolución, se enzarzan en retórica hueca mientras pactan con los viejos poderes o con monarquías rivales de la que habían combatido.
3.2. Ejemplo: el caso de Karl Vogt
En la obra Herr Vogt (1860), Marx escribe una ácida polémica contra Karl Vogt, un demócrata que —según denuncia Marx— estaba pagado por Napoleón III para confundir a la emigración republicana. Allí, Marx equipara el discurso de Vogt a un “populismo vulgar” que mezcla frases republicanas con elogios al imperio bonapartista. Para Marx, esa mezcla de consignas “avanzadas” y servilismo ante el Imperio es la quintaesencia de la “democracia vulgar” que traiciona a la clase obrera.
La crítica no es un simple insulto, sino la denuncia de una actitud: clamar por la voluntad del “pueblo” sin denunciar el poder del capital o, peor aún, servir a intereses contrarrevolucionarios. Así, la “vulgaridad” está asociada a la inconsecuencia y a la ignorancia deliberada de las causas reales de la opresión.
4. El “materialismo vulgar” y la crítica a ciertas corrientes filosóficas
4.1. Entre Feuerbach y el positivismo
Marx y Engels dedicaron buena parte de La ideología alemana y otras obras (como Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana o Dialéctica de la naturaleza) a criticar tanto el idealismo especulativo como el materialismo mecanicista sin base dialéctica. Dentro de esa crítica, aparece la expresión “materialismo vulgar” aplicada a autores que:
- Reducen todos los fenómenos humanos a procesos fisiológicos sin captar el papel de las relaciones histórico-sociales.
- Se niegan a reconocer la dinámica dialéctica de la naturaleza y la historia.
Por ejemplo, se menciona a Louis Büchner (autor de Kraft und Stoff) y a Carl Vogt como exponentes de un “materialismo vulgar” que se queda en una traducción literal de la materia, sin rastrear las mediaciones históricas y sociales ni la dimensión dialéctica. Engels señala que ese reduccionismo termina siendo tan superficial como el idealismo al que se oponen.
4.2. La actitud “vulgar” frente a la dialéctica
Engels en Anti-Dühring y en Dialéctica de la naturaleza subraya que la “filosofía vulgar” toma prestados fragmentos de ideas más complejas —por ejemplo de Hegel— y los convierte en fórmulas inertes, vaciadas de contenido crítico. Así ocurre cuando se toman partes de la dialéctica y se las reduce a un mero esquema o se salta la contradicción central de la historia. Para Engels, la “vulgarización” anula la potencia transformadora de la dialéctica y la convierte en un recurso retórico.
5. El uso del término “vulgar” como categoría metodológica y política
5.1. Superficie versus esencia
A lo largo de toda la obra de Marx y Engels, la crítica al “vulgarismo” expresa la necesidad de distinguir la esencia real, las relaciones de producción y la dialéctica de la lucha de clases, frente a la superficie inmediata que aparece ante el “sentido común”. Este sentido común es la “conciencia de los agentes de la producción burguesa” que, por su propia posición, se limita a percibir:
- Los precios, no el valor social y el plusvalor.
- La ganancia, no la explotación del trabajo como fuente de esa ganancia.
- La competencia entre capitalistas, no las condiciones colectivas de la producción.
La economía vulgar, la política vulgar o la filosofía vulgar se quedan en esta inmediatez. Por eso, Engels afirma en diversos lugares que la gran diferencia entre la ciencia y la vulgaridad es que la primera investiga la esencia, mientras la segunda se contenta con la apariencia. O en palabras de Marx en El Capital:
“Toda ciencia sería superflua si la forma de manifestación y la esencia de las cosas coincidieran directamente.”
5.2. El recurso polémico
El carácter polémico del adjetivo “vulgar” aparece en innumerables cartas privadas de Marx y Engels, donde critican a rivales y detractores. Pero no es un mero insulto: se refiere a una posición teórica. Llamar “vulgar” a la argumentación de un periodista liberal, de un conspirador bonapartista o de un economista oficial es revelar su apego a la máscara superficial del capitalismo, sin penetrar en su mecanismo interno.
6. Conclusión: la importancia de combatir la “vulgaridad” teórica y política
En síntesis, la noción de “vulgar” en Marx y Engels no es solo una injuria. Se trata de un concepto que define:
- La oposición entre la ciencia crítica (que busca la raíz de las contradicciones) y la ciencia superficial (apologética y autocomplaciente).
- La contraposición entre la auténtica transformación revolucionaria y las consignas “vacías” que no alteran la base real de la explotación.
- La distinción entre un materialismo verdaderamente dialéctico y un materialismo mecánico o positivista que ignora la historia y la praxis social.
La “economía vulgar” ensalza al capital, presenta su dinámica como armonía natural y oculta la explotación del trabajo asalariado. La “democracia vulgar” reivindica principios abstractos (igualdad, derechos, libertad) sin confrontar la propiedad privada capitalista. El “materialismo vulgar” pretende explicar todo sin reconocer la especificidad de las relaciones históricas y la dimensión dialéctica.
Para Marx y Engels, desenmascarar tales “vulgarizaciones” es imprescindible si se quiere avanzar hacia un conocimiento científico de la sociedad y, a partir de él, emprender la praxis revolucionaria que supere la explotación de clase. Por tanto, cuando Marx y Engels emplean el adjetivo “vulgar”, están advirtiendo sobre la necesidad de profundizar, de no contentarse con las apariencias ni con la ideología que las justifica. Y, en ese sentido, su crítica a la “vulgaridad” sigue siendo un llamado a desentrañar los mecanismos reales del capitalismo, a rechazar las simplificaciones acríticas y a apostar por una teoría y una política capaces de transformar la realidad desde la raíz.
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